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Verificación emocional (Autistic polling)

Por Larissa Guerrero Ph. D.


El autistic polling, descrito por John Greally, traducido como verificación emocional, es una conducta mediante la cual comprobamos de manera reiterada cómo se siente la otra persona en ese momento exacto en relación con nosotros, es una revisión constante del estado mental de uno mismo vis a vis con el del otro. No es un acto comunicativo destinado a obtener información objetiva, sino una evaluación en tiempo real de la accesibilidad emocional del otro y de uno mismo dentro de la interacción. La verificación emocional no consiste en una simple pregunta ni en un intercambio convencional de información, sino en una herramienta que permite establecer la seguridad necesaria para continuar la comunicación sin ambigüedades y con seguridad y reciprocidad emocional.


Su función principal es la regulación de la incertidumbre en la comunicación, ya que la estabilidad de un vínculo no es un estado fijo, sino un proceso dinámico que depende de múltiples variables implícitas durante la interacción, así como cambios de flujo cognitivo y emocional. Para muchas personas, en especial las neurotípicas, la inferencia de estas variables se basa en señales no verbales, cambios en la prosodia o matices contextuales que indican accesibilidad emocional. Sin embargo, para nosotros como neurodivergentes la confiabilidad de estas señales no siempre es suficiente para determinar si la interacción sigue siendo segura o si ha ocurrido un cambio en la disposición del otro o de uno mismo.


La verificación emocional permite compensar esta falta de información implícita mediante una comprobación explícita, proporcionando un punto de referencia objetivo que reduce la ambigüedad en la interacción. También permite confirmar si la otra persona sigue siendo accesible en la interacción en un momento específico. La verificación emocional requiere una respuesta clara e inmediata que proporcione seguridad sobre la estabilidad del vínculo. Su repetición no implica falta de comprensión, sino la necesidad de establecer consistencia en la interacción.


La verificación emocional facilita la conexión interpersonal y el desarrollo de confianza y participación dentro de la interacción a través de la construcción de rapport, es decir, lograr sintonía entre dos personas en una interacción, donde ambas la perciben como accesible, comprensible, segura y estable. En la comunicación autista, el rapport no se establece de manera automática mediante señales implícitas, sino que requiere confirmaciones explícitas y repetidas que permitan garantizar la accesibilidad emocional mutua en tiempo real.


Para muchas personas autistas, la confianza en la comunicación no surge de forma intuitiva, sino a partir de la previsibilidad y estabilidad en la interacción. La verificación emocional permite que la accesibilidad del otro no quede sujeta a interpretaciones ambiguas, sino que se confirme de manera clara y directa. A diferencia de la comunicación neurotípica, donde el rapport se establece a través de la alineación en el tono de voz, la expresión facial o la modulación en los turnos de habla, en la comunicación autista estos factores pueden ser insuficientes o inconsistentes. La verificación emocional introduce un sistema estructurado de confirmación que facilita la construcción de confianza al reducir la incertidumbre sobre la accesibilidad emocional del otro.


A través de esta construcción de rapport se logra la sintonía dialéctica, en la cual ambas personas regulan su nivel de apertura y conexión en la conversación a través de la retroalimentación continua. En la comunicación neurotípica, esta sintonía suele desarrollarse a partir de señales implícitas que indican reciprocidad, pero en la comunicación autista no siempre es posible confiar en estas señales, de modo que la verificación emocional permite estructurar la sintonía dialéctica al establecer un mecanismo explícito de ajuste, asegurando que la interacción se mantenga accesible y sin ambigüedades.


La construcción de confianza a través de la verificación emocional se basa en la estabilidad de las respuestas. Cuando las confirmaciones son predecibles y consistentes, la necesidad de verificar se reduce, ya que la seguridad en el vínculo se fortalece. En cambio, cuando las respuestas son ambiguas o tardías, la incertidumbre en la interacción aumenta y la verificación se intensifica como un mecanismo de regulación. Este proceso no es una reiteración sin propósito, sino una herramienta que permite que la relación se mantenga dentro de parámetros predecibles, asegurando que la accesibilidad emocional sea constante y verificable a lo largo del tiempo.


La verificación emocional optimiza la conexión interpersonal y reafirma la estabilidad en la comunicación al proporcionar un marco de referencia claro. La sintonía dialéctica que se establece mediante la verificación emocional es una forma activa de regular la interacción y consolidar la seguridad en el vínculo. La reciprocidad en la interacción no se basa en la interpretación subjetiva de señales no verbales, sino en la confirmación estructurada de la accesibilidad del otro, permitiendo que la comunicación se mantenga dentro de parámetros comprensibles y manejables en el tiempo.


La verificación emocional autista también cumple una función clave en la regulación de la energía cognitiva y emocional. Cada interacción social requiere un gasto energético, y la verificación emocional permite optimizar nuestras cucharas al reducir la incertidumbre y evitar procesos de interpretación. Hacer preguntas de verificación confirma la accesibilidad emocional del otro, permitiendo ajustar el nivel de implicación en la conversación según la energía disponible. Cuando la respuesta a la verificación es clara y predecible, el nivel de seguridad en la interacción aumenta, lo que reduce la activación de circuitos de vigilancia y disminuye el esfuerzo cognitivo requerido para interpretar señales implícitas. Esta estabilidad permite que la comunicación fluya sin generar una sobrecarga innecesaria.


En contraste, cuando la interacción genera ambigüedad, respuestas tardías o inconsistentes, la verificación emocional se intensifica como un mecanismo de regulación, permitiendo evaluar si la conversación sigue siendo manejable o si es necesario reducir la participación para evitar un gasto energético excesivo. La capacidad de terminar una interacción que se ha convertido en una fuente de estrés es una estrategia de autoconservación que permite administrar mejor los recursos cognitivos y emocionales disponibles.


Desde esta perspectiva, la verificación emocional es un proceso de monitoreo activo y continuo que busca reducir la carga cognitiva asociada a la incertidumbre, permitiendo gestionar mejor el esfuerzo comunicativo. Al recibir respuestas claras y consistentes, la evaluación de la estabilidad del vínculo se vuelve menos demandante, ya que la información obtenida es suficiente para continuar la interacción sin generar sobrecarga. Por otro lado, cuando las respuestas son ambiguas, tardías o contradictorias, la verificación emocional nos permite finalizar la interacción para evitar un consumo excesivo de recursos cognitivos y emocionales. En estos casos, la verificación no se intensifica para prolongar la comunicación, sino para determinar si la accesibilidad emocional sigue presente o si es necesario retirarse de la conversación para conservar energía. De esta manera, la verificación emocional optimiza la gestión energética, asegurando que la interacción permanezca dentro de parámetros sostenibles sin generar desgaste innecesario.


Más que un simple ajuste en la comunicación, la verificación emocional es un mecanismo de gestión del estrés social que permite redistribuir los recursos energéticos de manera eficiente. Su función no se limita a garantizar la estabilidad en la interacción, sino que también optimiza el equilibrio entre implicación y descanso, asegurando que la comunicación se mantenga dentro de parámetros sostenibles sin generar desgaste innecesario.

 

La verificación emocional autista es una estrategia para verificar la seguridad en la interacción y un mecanismo reconfortante, calmante y de familiaridad. En la comunicación autista, la previsibilidad es un factor clave para reducir el estrés social y minimizar la sobrecarga cognitiva. La verificación emocional cumple esta función al proporcionar un punto de referencia constante dentro de la interacción, asegurando que la relación se mantenga dentro de parámetros comprensibles y manejables. Además de su función de regulación, la verificación emocional tiene un efecto reconfortante al introducir un elemento de familiaridad en la interacción. En un entorno donde las dinámicas sociales pueden ser impredecibles o difíciles de interpretar, la repetición de preguntas específicas establece un patrón estable que facilita la conexión interpersonal sin exigir una interpretación subjetiva de señales implícitas. La confirmación reiterada de accesibilidad emocional actúa como una señal de seguridad que reduce la sensación de vulnerabilidad dentro de la interacción.


Este mecanismo también tiene un efecto calmante, ya que la incertidumbre en la comunicación activa respuestas de alerta que pueden generar ansiedad y dificultar la fluidez en la interacción. La verificación emocional disminuye esta activación al proporcionar una validación constante del estado del otro en relación con uno mismo, evitando que la comunicación se convierta en una fuente de tensión o desregulación emocional. Cuando la verificación emocional recibe respuestas claras y accesibles, se reafirma la sensación de control sobre la interacción, lo que permite sostener la comunicación sin que esta se perciba como una amenaza o una carga. La repetición de estas preguntas no es un comportamiento mecánico ni vacío, sino un proceso de regulación activa que optimiza la estabilidad emocional y refuerza la confianza en la accesibilidad del otro.


La verificación emocional autista permite solventar las dificultades del problema de la doble empatía al establecer una estructura de comunicación en la que la accesibilidad emocional no depende de interpretaciones implícitas, sino de confirmaciones explícitas en tiempo real. En la comunicación convencional, se espera que la sincronización entre las partes ocurra de manera intuitiva, lo que puede generar barreras cuando los marcos de referencia en la interacción no son compartidos. La verificación emocional introduce un mecanismo que reduce esta incompatibilidad al proporcionar una estructura en la que la estabilidad del vínculo no se asume, sino que se confirma activamente.


Este proceso es un ejemplo de reciprocidad dialéctica, en la que la interacción no depende únicamente de la capacidad de cada persona para interpretar correctamente las emociones e intenciones del otro, sino de la disposición mutua para garantizar que la comunicación siga siendo accesible. A diferencia de los modelos tradicionales de empatía, donde la comprensión del otro es unilateral y basada en inferencias, la verificación emocional permite que ambas partes participen activamente en la regulación de la interacción. Su repetición estructurada no es un reflejo de inseguridad o dependencia, sino un mecanismo que asegura que la conexión se mantenga estable sin generar ambigüedades ni sobrecarga cognitiva.


Más que un acto de empatía, la verificación emocional es un acto de comunión, ya que no solo busca comprender al otro, sino garantizar que la relación se sostenga sobre una base de accesibilidad y estabilidad mutua. La conexión no se establece únicamente cuando una persona percibe correctamente el estado emocional del otro, sino cuando ambas partes construyen un marco de referencia común en el que la comunicación sea predecible, comprensible y libre de incertidumbre.


La verificación emocional permite estructurar la interacción de manera que la estabilidad en la comunicación no dependa de suposiciones ni expectativas implícitas, sino de la confirmación mutua de accesibilidad emocional. Al introducir un mecanismo en el que la seguridad en la interacción se verifica constantemente, se minimizan las dificultades derivadas de la desincronización en la comunicación y se establece un espacio de intercambio en el que la reciprocidad no es asumida, sino activamente construida.


La comunicación autista no se basa en inferencias subjetivas, sino en la construcción de estructuras que permitan que la interacción sea sostenible y accesible en el tiempo. La verificación emocional es la manifestación de este principio, asegurando que la conexión interpersonal se mantenga estable sin requerir una interpretación constante de señales implícitas. La relación entre verificación emocional y comunión radica en que no es un acto de simple reconocimiento del otro, sino una forma de establecer una base en la que la interacción sea validante, predecible y accesible para ambas partes.

 

 

 
 
 

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