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Co-regulación y lenguaje declarativo neuroafirmativo

Por Larissa Guerrero Ph.D


Cuando hablamos del desarrollo social y emocional neuroafirmativo, hay dos conceptos que realmente marcan la diferencia: la co-regulación y el lenguaje declarativo. Ambos son herramientas poderosas para fomentar interacciones sociales más genuinas y equitativas, respetando las particularidades neurobiológicas de cada persona.

La co-regulación es un proceso dinámico en el que dos o más personas acompañan mutuamente sus estados emocionales, cognitivos y conductuales a través de una sintonía dialéctica tanto verbal como no verbal. Este proceso es especialmente relevante en el caso de las personas autistas, quienes enfrentamos dificultades para interpretar o responder a la comunicación social pragmática y la interacción social neuronormativa de manera automática y espontánea. Nuestra interpretación social pragmática responde a categorías distintas desde la percepción, procesamiento e integración de la información social, de modo que la co-regulación implica la validación de nuestros procesos semióticos. La co-regulación crea un espacio en el que las respuestas cognitivas, emocionales y conductuales pueden ser comprendidas y validadas de forma accesible y colaborativa.


La co-regulación es esencial porque permite que las personas autistas nos sintamos respaldadas en situaciones sociales, disminuyendo la ansiedad y el estrés que surgen cuando no se perciben los signos sociales o emocionales de acuerdo con la neuroformatividad. Por ejemplo, en una interacción social, si una persona autista muestra señales de sobrecarga sensorial, el interlocutor puede acompañar su experiencia sintonizando el tono de voz o el ritmo de la conversación a las necesidades de la persona autista, proporcionando así una experiencia más tranquila y segura, en lugar de criticar e invalidar su experiencia. Este acompañamiento da seguridad, reduce el estrés y facilita una mayor conexión social al promover un ambiente de validación mutua. Por ejemplo, cuando una persona autista muestra señales de incomodidad durante una conversación, la co-regulación debe empezar por validar su experiencia, dar espacio y tiempo para procesar y, a partir de ello, proporcionar las herramientas necesarias, como ajustar el lenguaje o modificar el entorno físico para que se sienta más cómoda. También puede ser útil proporcionar opciones para continuar la actividad o tomar un descanso, lo cual reafirma su autonomía y valida su experiencia.


El entorno familiar juega un papel fundamental en el proceso de co-regulación, especialmente en la vida cotidiana de las personas autistas. Los miembros de la familia, al ser las primeras personas con las que el individuo autista interactúa, actúan como modelos de comportamiento y reguladores emocionales. La co-regulación dentro de la familia implica acompañar y validar constantemente las experiencias emocionales de la persona autista, ayudándola a interpretar y gestionar el entorno de una forma que se sienta segura y comprendida. Este acompañamiento no es solo reactivo, sino que también se anticipa a posibles situaciones de estrés, proporcionando un marco de apoyo continuo. Cuando los cuidadores y familiares comprenden la importancia de la co-regulación, pueden facilitar un entorno donde la comunicación y la interacción se basen en el respeto mutuo, la empatía y la comprensión, permitiendo que la persona autista se sienta respaldada en cada paso de su desarrollo. La sintonía dialéctica, tanto verbal como no verbal, es clave para la co-regulación en el entorno familiar, ya que fomenta una conexión auténtica que respeta las necesidades de la persona autista.


Además, reducir los sesgos de disonancia cognitiva y emocional es fundamental en la co-regulación, ya que muchas veces los mensajes contradictorios o la falta de coherencia en las interacciones pueden generar confusión y malestar. Al lograr una comunicación clara y alineada, se asegura que las experiencias de la persona autista sean validadas, promoviendo un ambiente donde sus procesos semióticos sean respetados y comprendidos. Esto no solo permite una mejor integración en la dinámica familiar, sino que también facilita un desarrollo emocional más seguro y una participación más plena en las interacciones cotidianas. Crear un entorno seguro y predecible permite a la persona autista no solo participar, sino también sentirse genuinamente conectada y valorada, fomentando interacciones que son significativas y libres de presiones para ajustarse a expectativas externas.


El lenguaje declarativo es una herramienta poderosa dentro del proceso de co-regulación. A diferencia del lenguaje imperativo, que se centra en dirigir y controlar el comportamiento del interlocutor, el lenguaje declarativo tiene como objetivo compartir información, pensamientos o reflexiones, dejando abierta la posibilidad de que el otro participe en la conversación de manera voluntaria y sin presión. El uso del lenguaje imperativo, en cambio, puede llevar a la desregulación emocional debido a las dificultades que enfrentamos en el procesamiento de las instrucciones directas. Esto se agrava aún más cuando hay co-ocurrencia de disforia sensible al rechazo y evitación patológica de la demanda, ya que las exigencias explícitas pueden desencadenar reacciones de ansiedad intensa o rechazo, dificultando la capacidad de responder de manera positiva. Estos factores hacen que el lenguaje imperativo no sea la mejor opción en contextos de co-regulación, ya que puede incrementar el malestar y el estrés, en lugar de fomentar un ambiente de seguridad y apoyo.


En personas autistas, el uso del lenguaje declarativo resulta especialmente útil porque elimina la demanda inmediata de una respuesta específica, permitiendo que la persona procese la información y decida cómo participar en la interacción. Por ejemplo, en lugar de decir "Pon la mesa ahora", una frase declarativa sería "Estamos casi listos para cenar, me pregunto cómo preferirías organizar los platos en la mesa". Este enfoque fomenta la reflexión y reduce la ansiedad que puede generar una instrucción directa, facilitando un ambiente de co-regulación. Además, la mayéutica, como parte de la co-regulación y el lenguaje declarativo, juega un papel importante. La mayéutica consiste en hacer preguntas abiertas que guían a encontrar respuestas por uno mismo, desarrollando así un pensamiento crítico y autonomía. Por ejemplo, si un niño está frustrado porque no sabe cómo completar un rompecabezas, en lugar de darle la respuesta, se podría decir: "¿Qué crees que pasaría si intentamos colocar esta pieza aquí?" o "¿Qué colores te parecen similares?". Este enfoque, más que resolver el problema de inmediato, enseña a los niños a reflexionar y les da herramientas para enfrentar situaciones difíciles de manera autónoma y con confianza.


El uso del lenguaje declarativo tiene múltiples beneficios. En primer lugar, al no imponer una expectativa inmediata de acción o respuesta, reduce la presión social y facilita la participación en la conversación de una manera más relajada. Esto es especialmente importante cuando experimentamos fatiga social o sobrecarga sensorial en interacciones prolongadas o intensas. Además, el lenguaje declarativo fomenta la autoexpresión, ya que invita a compartir los propios pensamientos, sentimientos o preferencias sin sentir la obligación a cumplir con una norma social preestablecida. Esto promueve una mayor autenticidad en la interacción y fortalece la capacidad de co-regular las emociones y las respuestas sociales en conjunto con los demás.


Una forma eficaz de implementar el lenguaje declarativo en el día a día es a través de la narración de historias. La estructura narrativa ofrece una forma accesible para conectar con el mundo a través de relatos organizados y comprensibles, lo que facilita la interpretación de eventos sociales de manera menos estresante. La semiótica narrativa también juega un papel importante en este contexto, ya que se refiere al uso de símbolos y signos dentro de las historias para transmitir significados que pueden ser más fáciles de interpretar para las personas autistas. A través de la semiótica narrativa, se pueden establecer conexiones emocionales y cognitivas de manera más efectiva, ya que los relatos no solo comunican hechos, sino también valores, emociones y perspectivas. Esto permite que la persona autista internalice conceptos sociales complejos sin la presión de la inmediatez, promoviendo una comprensión más profunda y natural de las interacciones humanas.


Por ejemplo, cuando se cuenta una historia durante la cena sobre la primera vez que se probó una nueva comida, se usan símbolos que representan la curiosidad, la incertidumbre y la experiencia compartida, lo cual facilita un aprendizaje más integral y empático de la situación. Durante la cena, en lugar de centrarse en comandos como "Come tus verduras", los padres podrían optar por compartir una historia relacionada con la comida: "Recuerdo cuando probé este tipo de verduras por primera vez, no estaba seguro si me gustaría. ¿Te ha pasado algo similar?" Este tipo de interacción no solo facilita el uso del lenguaje declarativo, sino que también ofrece a la persona autista la oportunidad de compartir sus propias experiencias o pensamientos de una manera estructurada y menos demandante.


La comunicación reflexiva, que implica el reconocimiento y la validación de las emociones del interlocutor, es otro componente clave de la co-regulación. Este enfoque permite que nos sintamos comprendidos y valorados en nuestras interacciones sociales, sin la presión de responder de manera convencional. La autorreflexión es esencial en este proceso, ya que ayuda a reconocer y entender nuestras propias emociones antes de comunicarlas a los demás. Utilizar herramientas como mapas emocionales, diarios de emociones o escalas de autopercepción puede facilitar este proceso de autorreflexión, permitiendo que se identifiquen y nombren las emociones de manera más efectiva. Estas herramientas fomentan un entendimiento más profundo de los estados emocionales y brindan estrategias para gestionarlos, promoviendo así una regulación emocional más efectiva y una comunicación más fluida. Al aplicar la autorreflexión junto con la co-regulación, se facilita un ambiente donde cada persona puede expresar sus sentimientos con confianza y recibir apoyo sin sentirse presionada a ajustarse a una respuesta específica o esperada. Si una persona autista muestra signos de frustración, en lugar de decir "Cálmate", un enfoque reflexivo sería: "Parece que esto te está resultando difícil, ¿quieres hablar de lo que te preocupa?" Este tipo de comunicación no solo valida las emociones de la persona, sino que también crea un espacio para que puedan procesar sus sentimientos sin sentir que deben modificar su comportamiento de manera inmediata.


El uso constante de la co-regulación y el lenguaje declarativo puede mejorar significativamente la conexión social neuroafirmativa. Al reducir la presión de las interacciones sociales neuronormativas, se abre la puerta a formas más naturales y equitativas de comunicación, lo que facilita la creación de vínculos más profundos y genuinos. Además, estos enfoques ayudan a mejorar la regulación emocional. Dado que el lenguaje declarativo permite que procesemos la información a nuestro propio ritmo, se reduce el riesgo de sobrecarga sensorial o emocional. Por ejemplo, en momentos de estrés, decir "Parece que esta situación es difícil para ti, ¿quieres que lo abordemos juntos?" permite que la persona se sienta apoyada y acompañada sin la presión de dar una respuesta inmediata o resolver el problema por sí misma.


Durante momentos de alto estrés o ansiedad, la co-regulación y el lenguaje declarativo se vuelven herramientas aún más necesarias. Al tener dificultades para expresar nuestras emociones en situaciones de tensión, podemos beneficiarnos enormemente de un enfoque que no imponga soluciones rápidas, sino que ofrezca un espacio para explorar nuestros sentimientos. Si una persona autista está experimentando estrés durante una actividad social, en lugar de decir "No te preocupes, todo estará bien", una respuesta basada en el lenguaje declarativo neuroafirmativo podría ser: "Veo que esta situación te está causando malestar. ¿Te gustaría tomar un descanso o pensar en cómo podemos manejarlo juntos?" Este tipo de respuesta valida las emociones y ofrece una opción para lidiar con la situación, lo que reafirma la sensación de control y seguridad en el entorno social.


La co-regulación y el lenguaje declarativo son herramientas poderosas para apoyar a personas autistas. Al crear un entorno donde las interacciones son menos demandantes y más colaborativas, desde la validación y el respeto mutuo estas estrategias permiten podamos participar de manera auténtica y significativa en la vida social, sin la presión de ajustarnos a normas sociales neuroformativas. Implementar estas prácticas en la vida cotidiana mejora la conexión social y fortalece la regulación emocional, además reduce el estrés, permitiendo que podamos crecer en un entorno que respeta y valora nuestras diferencias.

 

 
 
 

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